viernes, 26 de junio de 2009

Si es vino porque es vino, sino porque no lo es!

No nos gusta nada a los periodistas.

Al final tienen razón todos los que nos dicen que somos una raza aparte.

El 7 de junio fue nuestro día y como periodistas que somos tuvimos agasajos para todos los gustos y placeres.

OSM nos invitó al cine (The Reader) con vinos Zuccardi en la previa; 348 hizo una cena con delicatessen riquísimos y con varios vinos Malbec; Bodegas de Argentina hizo un almuerzo en Norton; Gobierno dio otro almuerzo en el Cuarto Piso; OSDE hizo agasajo y regaló unos llameros que miden la alcoholemia y el Mendoza Plaza Shopping envió cupones con crédito para gastar, entre otros regalos y varias tarjetas.

Pero además recibimos una botella enorme de espumante de Chandon, un Bonarda de Colección Privada de Navarro Correas y otras bodegas más se acordaron de nosotros para que podamos alardear con nuestros amigos los pobres contadores y abogados (que ganan lo suficiente para poder comprar éso y mucho más).

E incluso ahí, en uno de los momentos más felices del año, la cosa se pone ríspida por una botella... "ah, quién te mandó?... porque a mí no me llegó nada"..."y por qué a esta que hace poco que trabaja le mandan regalos y yo que llevo años no recibo?"..."seguro que le mandan porque algún tongo tiene".

Pero al margen de estos momentos para olvidar que suceden dentro de la redacción, quiero destacar el evento que realizó el Fondo Vitininícola.


Fue uno de los últimos eventos y se hizo en la Enoteca y fue uno de los más originales a los que he ido, repitiendo lo del año pasado.

Esta vez no nos sirvieron vino, sino que contrataron a dos sommeliers, Martin Mantegini y su hermano Luis, para que crearan bebidas basadas en el vino y explicaran a todos los invitados el por qué de sus creaciones.

Primero nos recibieron con un trago fresco que tenía Torrontés y Campari, después un Cabernet con café al cognac y chocolate y para el postre, otro Torrontés pero con helado de crema americana y limón.

Fue excelente! Tomar vino como cóctel y degustar sabores diferentes diferentes fue para mí una de las mejores propuestas. Pero... muchos se quejaron!!

Y no sólo porque les parecia "raro" tomar así, sino porque esperaban tomar vino..... Increíble.

Al irnos, nos entregaron una bolsita con el regalo más original que recibí: un pingüino para vino, (aunque la connotación kircherista la voy a dejar de lado sólo por esta vez...)

Fue un regalo divino, porque es una de esas cosas que siempre me gustaron pero que nunca iba a comprar y que precio por ser parte de la cultura del vino.

Mientras salía contenta y relajada hacia mi casa, nuevamente, escuchaba a periodistas quejarse.... que raza horrible somos!

 

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