Una invitación a la nada misma

Hace ya unos meses recibí a través del blog la invitación de la gente de turismo de una bodega del Valle de Uco para ir a conocerla. La iniciativa que tuvieron me halagó y me pareció excelente, por lo que organicé con el grupo de degustación para hacer el viaje.
Al ponerme en contacto con la responsable, también le pareció una buena idea pero surgió el primer problema: ellos sólo trabajan de lunes a viernes y en horario de oficina. Los sábados y domingos no trabajan.
A duras penas, pude juntar a algunos extraños seres que podían ir un viernes en la siesta.
La idea era ir a conocer, aprender sobre la bodega y hacer una nota para el diario.
Pero los peros no dejaron de aparecer. El miércoles antes de ir envío un mail pidiendo la confirmación y no me contestaron. El jueves recibo un llamado de la chica de la bodega diciendo que no podían recibirnos porque “tenían muchos extranjeros”. Es decir, ellos son más importantes que ustedes.

Aclaro antes que nada que no soy una persona muy tolerante. Y realmente luego del esfuerzo que hicieron mis amigos para organizar en sus trabajos y en sus vidas, el llamado no me cayó muy en gracia. Pero me tragué la puteada y acordamos para la semana siguiente a la misma hora.
Esta vez envié el mail un martes. El miércoles me contestan: no podemos recibirlos este viernes, pero sí el jueves a las 9.30 de la mañana, un horario super conveniente para la gente que trabaja. Entonces decidí no insistir y les envié un mail rechazando la invitación.
Cientos y miles de preguntas me surgieron y siguen molestándome en la cabeza, la primera, la más obvia para mí es ¿Para qué me invitaron???
Pero (más peros), ¿cómo reciben a la gente que reserva particularmente? ¿Qué trato reciben si van sin reserva? ¿Esta es la imagen que quieren dar? ¿Así se trabaja para incentivar el turismo? ¿Cómo puede ser que no trabajen los fines de semana? ¿Les interesa realmente que se les haga notas que los promocionen?
Y… ¿para qué me invitaron???